martes, 9 de noviembre de 2010

Discurso de Carlos Jiménez Villarejo en la entrega del premio Christa Leem 2010 al Juez Baltasar Garzón

 “Uno de los nuestros” 

Premio a Baltasar Garzón

8 de Noviembre de 2010

Presidente, queridos/as amigos/as,


Querido Baltasar, estimado Juez Baltasar Garzón, parecería que los acontecimientos que te persiguen no están para premios, pero son una necesidad para demostrar a nuestro país y a la comunidad internacional que la persecución penal que sufres, en los tres procesos que el Tribunal Supremo tiene abiertos contra ti, constituye una profunda injusticia por mas que se revistan de argumentos supuestamente fundados. Baltasar, la sociedad española no puede ni debe olvidar lo que representó la persecución del narcotráfico, del GAL, el desmantelamiento, sin recurrir a discutibles leyes administrativas, de ETA y su entorno, la investigación de la delincuencia financiera, incluyendo el registro judicial del BBVA, que dio origen al caso “Pretoria”, la orden de detención del dictador Pinochet y la persecución de los crímenes de las dictaduras chilena y argentina, que representó un giro a la aplicación de la justicia universal. Pero, todo cambió cuando el 16/10/2008, en el Auto por el que se inició el proceso contra los crímenes del franquismo, por vez primera en nuestra historia, un Juez de Instrucción abría un proceso penal a los responsables del golpe militar de 1936 tratándoles como lo que fueron, delincuentes, como criminales y aplicándoles, por tanto, el Código Penal. Desde ese momento, la extrema derecha española, la derecha extrema del PP y el excesivo silencio de ciertas instituciones y partidos, abrieron la vía,  una persecución implacable.


El instrumento era y es la Sala Segunda del TS. Cuando el Tribunal Supremo, el 26 de mayo de 2009 admitió a trámite, con la expresa oposición del Fiscal, la querella de la organización ultraderechista Manos Limpias que atribuía al Juez Garzón la comisión de un delito de prevaricación, comenzó una de las páginas más dolorosas e injustas de los tribunales españoles. Una página aún abierta porque el proceso contra dicho Juez no sólo continua su curso tan deliberadamente lento como injustificable su curso, sino que ha motivado que el Consejo General del Poder Judicial, con una medida excesiva y atemorizadora para el conjunto de la magistratura, acordara suspenderlo en el ejercicio de sus funciones judiciales con el perjuicio que representa cualquier forma de cumplimiento anticipado de la sanción penal que, en este caso, ha resultado absolutamente desproporcionada. Proceso en el que el TS ha aplicado de forma irrazonable y torcida el concepto penal de prevaricación para justificar la persecución del Juez Garzón. Pero no podía perdonársele, por un TS, soberbio y prepotente, en el que perviven, como dijo el Consell de Participació del Memorial Democratic, “pràctiques marcades pel biaix ideològic franquista” (practicas marcadas por la ideología franquista) y “genera un dubte raonable sobre la imparcialitat de l’alt tribunal” (genera una duda razonable sobre la imparcialidad del alto tribunal).

En definitiva, el proceso que abrió el Juez Garzón era la primera respuesta judicial española ante los crímenes de la dictadura del General Franco. Particularmente, los detenidos-desaparecidos por los que el Consejo de Europa llamó “escuadrones de la muerte franquistas”. El Tribunal Supremo no sólo ha quebrantado el derecho internacional que regula las obligaciones de los Estados ante las desapariciones forzadas sino que ha reforzado los mecanismos de impunidad de dichas conductas y ha incumplido el deber de todo tribunal de proteger a las víctimas y proporcionarles la satisfacción adecuada a la gravedad de los delitos que se cometieron contra sus familiares. Por todo ello, tu injusta persecución no puede dejarnos indiferentes. Así lo expresaron los fiscales progresistas:“Lamentamos el dolor que las decisiones judiciales del Tribunal Supremo están infligiendo en quienes sufrieron la represión franquista y sus familiares y que ahora sienten la reapertura de sus heridas con los sorprendentes acontecimientos de este año: la apertura de juicio oral contra el Magistrado que avaló las investigaciones en sede judicial sobre las desapariciones y persecución de sus familiares”.

El proceso penal contra el Juez Garzón expresa la quiebra del principio de la independencia judicial y la criminalización de la libre interpretación de las leyes, con el consiguiente cuestionamiento del sistema democrático que ello representa; muestra, además, un preocupante posicionamiento del Poder Judicial dentro de la “lógica de los Estados” frente a la “lógica de las víctimas”, abriendo una brecha en la confianza de los ciudadanos en los jueces quienes deberían tutelar y amparar sus derechos.



Estamos, pues, ante un hecho doloroso e injustificable. El TS ha abierto el camino para que los herederos del franquismo y defensores de su memoria sienten en el banquillo de los acusados a un juez que se había comprometido en la lucha por los derechos y simbolizaba una conquista democrática frente a la desmemoria y el olvido del reciente pasado franquista. Sobre todo, cuando, como ha dicho recientemente Manuel Vicent, “el que después de treinta años de democracia y de libertad haya decenas de miles de cadáveres en sepulturas innominadas supone la degradación más evidente de una conciencia colectiva”. Y el primer intento serio de investigar judicialmente esa durísima realidad, presente en tantos familiares de esas víctimas, ha representado, hoy por hoy, la persecución del Juez que lo llevó a cabo y su expulsión de la función judicial. Ya veremos cómo concluye este y los demás procesos, pero la sociedad española e internacional tiene una clara percepción, el TS no inspira confianza alguna a la ciudadanía y ha dejado de ser una referencia ética del modo de hacer justicia. En cambio, tu dignidad profesional no solo permanece intacta sino que se ha acrecentado. Por eso, estás hoy aquí entre nosotros. Muchas gracias a ti y a todos vosotros.

Carlos Jiménez Villarejo

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